Hace un año la sociedad española se enteró por una filtración de la Casa Real marroquí que el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, daba un giro histórico al posicionamiento de nuestro país respecto al Sáhara Occidental en una carta remitida a Mohamed VI. En dicha carta Sánchez afirmaba que “España considera la iniciativa marroquí de autonomía como la base más seria, realista y creíble para la resolución del diferendo”.
La sorpresa fue mayúscula por el qué, el cómo, el cuándo y el para qué de este opaco y unilateral cambio en la posición de España en una cuestión internacional de la que somos parte directamente implicada al ser nuestro país la potencia administradora de este territorio no autónomo según la ONU, que vive una guerra impuesta por el ocupante desde hace tres años. Se pretendía así dar carta de naturaleza a la ocupación marroquí renunciando a la postura histórica de la diplomacia española respecto al Sáhara Occidental. Esto es: la realización de un referéndum de autodeterminación en el marco de las Naciones Unidas.