Sábado 14 de octubre. Primer día en Auserd, campamento en el que AMAL Esperanza lleva 14 años trabajando y en el que tiene numerosos proyectos puestos en marcha. Las relaciones aquí son muchos más cercanas y las amistades vienen de lejos. Se nota.
Estuvimos toda la mañana de aquí para allá, con diferentes asuntos que gestionar. Comenzamos acercándonos a las oficinas de la administración local de la wilaya para hacer el reparto de la mercancía que trajimos ayer. Estuvimos un tiempo con Rabub, la responsable de la Asistencia Social, para hacer la entrega oficial de todo el material tanto para los servicios sociales como para la escuela de mujeres. Nos queda la guardería.
La escuela de mujeres es un proyecto interesante. Fue puesto en marcha hace más de 10 años por una ONG argelina y que luego se quedó desatendida hasta que AMAL Esperanza la recuperó hace unos años. Ahora cuenta con un taller de costura, salas de informática etc con los que ofrecer servicios a las mujeres del campamento.
También realizamos una visita a la emisora de radio de Auserd. La radio cumple un papel fundamental en los campamentos, ya que es el principal medio de comunicación para la población saharaui. Inaugurada en 2009 , estuvo financiada exclusivamente por AMAL Esperanza y cuenta con una plantilla de 10 trabajadores con los que da servicio a todo el campamento. Mantienen una parrilla variada en la que prima la información nacional.
Pasamos un rato en casa de Coria, que es la encargada de supervisar los 50 huertos de AMAL Esperanza en el campamento, dentro del programa ‘Apadrina un huerto’. Allí volvimos después de comer para organizar la inspección de los huertos. Nos dividimos en dos grupos para poder inspeccionarlos todos: uno con coche para los más lejanos y otro a pie para los cercanos. Yo me apunté al grupo de a pie, que es la mejor forma de conocer el terreno por el que se va.
En total vivimos 9 huertos, cada uno con sus características, su grado de desarrollo, sus problemas... Hicimos la ruta con Yahia, el hermano de Coria con quien tuvimos una conversación muy interesante. Nos soltó una frase lapidaria: “no hay futuro aquí para mi, hay que salir de aquí”. Con 24 años está estudiando ingeniería química en Argelia y se prepara para hacer un Master, pero ahora mismo está trabajando en una tienda del campamento.
Yahia es un ejemplo vivo de lo que estuvimos hablando con la UJSARIO de Dajla hace unos días: la falta de expectativas de futuro que tiene toda una generación de jóvenes saharauis nacidos en los campos de refugiados y en cuyo horizonte no vislumbran el retorno a una patria que no conocen.
Finalizamos el día tomando té en la casa de Rabub y cenando en casa de Nayat, la familia de los niños que Mili y Manu han estado acogiendo cada verano dentro del programa vacaciones en paz. Nos alargamos más de lo esperado, porque mañana es un día de los más esperados: viaje a los territorios liberados y al muro de la vergüenza.
PD: Llevamos una semana aquí y todavía no me aclaro con la forma de saludar... Demasiadas variantes.