Lunes, 16 de octubre. Todavía con la resaca de nuestro viaje a los territorios liberados para ver el muro de la vergüenza, nos mentalizamos desde temprano para encarar un nuevo día de trabajo en el campamento de Auserd. Volvimos a dividirnos en grupo para optimizar recursos y resolver algunas cuestiones que nos quedaban pendientes.
Una parte del grupo se dirigió al Centro de Discapacidades de la Wilaya para revisar diferentes temas y también con el objetivo de explorar nuevas vías de colaboración que vayan más allá de las actuales. Un segundo grupo continuó con la revisión de los huertos familiares que todavía quedaban por ver. El grupo en el que yo me encontraba nos fuimos a la guardería de la daira de La Güera para terminar de entregar el material que nos faltaban. Estuvimos poco tiempo ya que acto seguido teníamos otro compromiso: una reunión con la gobernadora de la Wilaya de Auserda, Mariem Salek.
El resto de la mañana la usamos para dar un paso tranquilo por el campamento. Visitamos una pizzería puesta en marcha hace poco por un grupo de mujeres jóvenes de la UJSARIO y que tiene detrás una historia muy interesante por muchas cosas. Para empezar, porque no se trata de un proyecto que nazca de ninguna ONG, sino que surge de las inquietudes de jóvenes locales, primero como una forma de ocupar el tiempo libre, y luego como un ejemplo de emprendimiento local para la juventud de los campamentos. También por el buen recibimiento que ha tenido: ya son ocho trabajadoras que se reparten en turnos de mañana y tarde.
Visitamos también una tienda de artesanía recién abierta y también gestionada solo por mujeres antes de darnos un paseo andando hasta la casa de Koria, a quien no pudimos ver porque iba camino del Hospital de Rabouni a punto de dar a luz a su primer hijo. Aquí nos encontramos con el resto del grupo aunque no tardamos mucho en dividirnos. Ellas/os se fueron a comer a casa de Salka mientras que Manu, Alex y yo cogíamos la carretera para visitar el campamento de refugiados de Smara, a poco más de 20 kilómetros de Auserd.
Fue una estancia corta. Fuimos a comer a la casa de la familia del primer niño saharaui que acogió Manu, de 1993 a 1996. Teníamos un objetivo: hablar con su madre. Se llama Lehbeila. De joven vivía en el desierto cerca de El Ahiyun pero se vio obligada a huir del Sáhara Occidental siendo una adolescente a causa de la invasión marroquí y ha vivido los 42 años en los campamentos. No pudimos sacarle más, pero su rostro hablaba por si solo “como si todavía llevase arrastrando su maleta desde hace 42 años” tal y como me comentó Alexandra.
Nos volvimos a Auserd a media tarde y esperamos en casa de Salka a que el grupo de huertos terminase su trabajo. Luego pasamos nuestra última noche en Auserd cenando en la Pizzería de esta mañana y nos llevamos con nosotros a los niños de las casas en la que nos hemos ido quedan estos días. Echamos un buen rato con ellos/as.
Mañana emprendemos el camino de vuelta a Dajla, donde pasaremos nuestros últimos días en los campamentos hasta que cojamos el avión la madrugada del próximo sábado.