Publicado en El Puerto Actualidad
Por segunda vez en menos de un año el terrorismo golpea el corazón de la República Francesa. El pasado 13 de noviembre Francia sufría el mayor atentado terrorista de su historia, una serie de ataques simultáneos en París que costaron la vida a 130 personas y dejado heridas a más de 350.
El shock ha sido brutal para el país vecino. También para quienes hemos vivido allí y lo consideramos una parte de nosotros/as. Era imposible que nuestros primeros pensamientos no fuesen para las víctimas, sus familias y allegados, para la gente que escapó de ese acto brutal, para quienes nuestros conocidos y conocidas que viven en París o sus alrededores etc.
Poco a poco el dolor va dejando paso al debate, a hacerse preguntas, a analizar los motivos, las causas... A considerar el papel de Francia estos últimos años como vanguardia de la OTAN y EEUU en las guerras de Oriente Próximo (destrucción de Libia, bombardeos en Irak y Siria, apoyo militar y económico a grupos yihadistas...) en busca de la antigua influencia perdida, en la pugna por el control de recursos naturales o la influencia geopolítica. Como decía Jean Jaurès, el capitalismo lleva en su esencia la guerra.
También se empiezan a ver algunas consecuencias. François Hollande decretaba el Estado de Emergencia pocas horas después de los atentados. Una declaración que conlleva la aplicación de medidas excepcionales tales como la posibilidad de aplicar la jurisdicción militar, llevar a cabo registros domiciliarios sin orden judicial, limitar la libre circulación de personas y vehículos e incluso permite que el Gobierno tome el control de los medios de comunicación.
"La amenaza terrorista en Francia tiene un carácter duradero" ha afirmado ahora el gobierno francés. Por eso, tras prorrogar el Estado de Emergencia hasta el mes de febrero, han informado en un comunicado dirigido al Consejo de Europa de que prevén derogar algunos derechos consagrados en la Declaración Europea de los Derechos Humanos debido a la amenaza terrorista.
En su libro La doctrina del shock, Naomy Klein expone en varios ejemplos cómo determinado tipo de políticas se han implantado en algunos países a través de ‘impactos’ en la psicología social causados por eventos trágicos o grandes catástrofes, generando un clima de conmoción que facilita la implantación de medidas o reformas impopulares.
Los atentados de París son una locura atroz y horrible, pero el reforzamiento de la seguridad interna frente al enemigo exterior no debe hacerse nunca a costa de debilitar las libertades civiles y los derechos sociales que tanto tiempo y tantas luchas ha costado conseguir. Toca plantar cara al terror, unirnos contra la barbarie terrorista pero también defender los valores de la ilustración que un día cambiaron el mundo: libertad, igualdad, fraternidad.