Centrándonos en estas tres cuestiones mencionadas tratemos de conocer qué ha podido llevar a Griñán a tomar esta decisión, ¿por qué en este momento? ¿Qué se esconde detrás de todo esto?
En un contexto marcado por la mayor crisis del sistema capitalista desde 1929 nos encontramos ante un panorama de crisis de régimen en el estado español. El modelo constitucional del 78 ha muerto asesinado a manos de sus principales valedores cuando PSOE y PP reformaron la constitución solos y sin referéndum para incluir el famoso artículo 135, poniendo por delante el pago de la deuda a cualquier gasto social. El bipartidismo se hunde lenta e inexorablemente. Encuesta tras encuesta los partidos del régimen bajan en intención de voto y cada vez más ciudadanos y ciudadanas creen posible otra alternativa lejos de las políticas de austeridad.
Andalucía no escapa a esta dinámica. El PSOE-A aguanta el tirón como puede y el PP-A se hunde arrastrado por la gestión de Mariano Rajoy al frente del gobierno central mientras Izquierda Unida, ahora encabezada por Antonio Maíllo, sigue creciendo poco a poco rentabilizando (no sin contradicciones) su presencia en el gobierno andaluz. Desde la firma del pacto de gobierno entre PSOE e IU la mayoría de la ciudadanía está percibiendo una diferencia considerable entre las políticas de una Junta de Andalucía dominada durante 30 años por el PSOE y este cogobierno andaluz. Ejemplos más destacados y que a todos/as se nos viene a la mente son el decreto para la función social de la vivienda o el decreto contra la exclusión social.
Después de este primer año de gobierno en que IU ha tenido que asumir más de lo deseable comienza una batalla de enorme importancia: los presupuestos de 2014, los primeros presupuestos andaluces que llevarán el sello de Izquierda Unida y para los que la formación ya ha marcado prioridades: banco público de tierras, recuperar a todos los interinos e interinas al inicio del curso, un ente financiero público y perfilar la renta básica.
La negociación de estos presupuestos se presenta difícil. IU no puede ceder mucho terreno si no quiere ver crecer el descontento entre los movimientos sociales y su propia militancia. Por su parte, el PSOE no puede girar a la izquierda tanto como para contentar a IU sin perjudicar la imagen de ‘partido de gobierno’, ‘responsable’ y ‘serio’ que el PSOE federal debe mantener ante el establishment, la Troika y Botín. No es descabellado pensar en que las negociaciones no lleguen a buen término.
La juez Ayala lleva tiempo convertida en la bestia más temida por el PSOE andaluz. En la lista de los últimos 20 ex altos cargos de la Junta se encuentran nombres de peso como dos de las últimas consejeras de economía y hacienda de la Junta, Magdalena Álvarez y Carmen Martínez Aguayo, o el actual número dos de la Consejería de Presidencia Antonio Lozano. Mucha tralla.
Además, con la imputación de Antonio Lozano el caso ERE salta al actual gobierno andaluz y está por ver cómo afectará esto al pacto con Izquierda Unida, fuerza que ha hecho de la lucha contra la corrupción una de sus bandera y que ya tuvo que tragarse el 'pastelo' de PP y PSOE para dejar en nada la comisión de investigación sobre el caso de los ERE. IU no puede permitirse otra historia similar.
Si algo tienen los partidos de régimen es que nadie mejor que ellos saben moverse entre bambalinas. No sería de extrañar que en el PSOE manejasen la hipótesis del fracaso en la negociación de los próximos presupuestos de la Junta e incluso una posible ruptura del pacto de gobierno debido a los movimientos de la juez Ayala en el caso ERE y tener preparada la solución a todos estos problemas: elecciones anticipadas.
Hace unos días un medio digital realizaba un análisis sobre la decisión de Griñán del que rescato una frase: “El PSOE pretende no perder el paso, una vez que IU se ha adelantado en la renovación. Y además los socialistas se han dado cuenta de que el oso ha cogido un gato que araña mucho”. En ese contexto de fin del bipartidismo que mencionaba más arriba donde todo apunta a que las tendencias de los principales partidos se mantendrán, en el PSOE habrán pensado que mejor asegurar lo poco que se tiene ahora a arriesgarse a salir peor parados en un futuro.
Bien, elecciones anticipadas ¿pero cuándo? Todos los partidos tienen una fecha marcaba en el calendario: las elecciones europeas de 2014. Estos comicios son los más ventajosos para los partidos no mayoritarios hasta el punto de que muchos dirigentes socialistas no descartan un escenario en el que el PSOE fuese el tercer partido del estado. ¿Además, después del pacto europeo entre Rubalcaba y Rajoy qué podría utilizar el PSOE en su campaña electoral para diferenciarse del PP? ¿Qué tal el gobierno andaluz?. Uniendo las elecciones andaluzas a las europeas el PSOE federal tendría un instrumento perfecto para tratar de convencer de que son una alternativa al PP a una sociedad que ha asimilado la existencia del PPSOE como sujeto político. Por su parte, el PSOE-A podría utilizar los fantasmas de Rajoy, Wert, Gallardón etc. para llamar al electorado andaluz al tan manido ‘voto útil’ frente a la derecha y tratar de frenar así el ascenso de Izquierda Unida.
¿Hay algo que avale la tesis recogida en este artículo? No, pero los tiempos elegidos por el PSOE andaluz para este proceso de renovación parecen demasiado prematuros como para que José Antonio Griñán tomara un decisión de tal calado sin consultarlo con la plana mayor socialista. De hecho, entre el anuncio de Griñán y la elección de la candidata a la Presidencia de la Junta hay sólo un mes. ¿Por qué tanta premura si todavía quedan tres años de legislatura? La pregunta queda ahí, quizás pronto sepamos la respuesta.