Desde este blog siempre se ha prestado una especial atención a la política francesa -por deformación profesional del autor- lo que de vez en cuando permite comparaciones interesantes. Por ejemplo: mientras en España el Pacto Fiscal Europeo ha pasado inadvertido para el 99% de la población y el debate se ha reducido a una Conferencia de Presidentes de Comunidades Autónomas, en Francia lleva siendo el centro de la actualidad política durante las últimas semanas.
Poco a poco todas las grandes organizaciones sindicales, políticas y sociales francesas se han ido posicionando al respecto. En el lado del 'NO' están la izquierda, sindicatos y ecologistas con la incómoda compañía del Frente Nacional. En el lado del 'SÍ' se encuentra la UMP. En medio, meneando la perdiz, estaba el Partido Socialista hasta que ayer su grupo parlamentario en la Asamblea Nacional votó a favor del tratado que consagra las políticas de austeridad como el dogma a seguir.
Al final Mélenchon tenía razón. La elección de Hollande ha resultado ser un espejismo acompañado de una buena campaña de marketing que convirtió a un gris Primer Secretario del PS en la esperanza de la izquierda europea ante la tiranía del neoliberalismo. De nuevo, como ha ocurrido muchísimas veces a lo largo de la historia, la socialdemocracia se ha mostrado como la cara amable del capitalismo, un dañino capitalismo de rostro humano.
Todos los grandes partidos de la Internacional Socialista (que tiene de Presidente a Papandreu y de vicepresidente a Rubalcaba) han abrazado la austeridad como parte de su política económica: el SPD alemán la lleva puesta de serie, el PSOE lo hizo en 2010 y el Partido Democrático italiano en 2011. Ahora, en octubre de 2012 el ha tocado el turno al Partido Socialista francés.
Con está acción, en Francia la socialdemocracia europea ha certificado su propia muerte después de una larga agonía demostrando que puede ofrecer alternancia pero no alternativas al sistema. Seguirán existiendo partidos que se reclamen socialdemócratas (los más osados dirán que son socialistas) por motivos electorales, tradición o historia pero a partir de 2012 convendría hablar ya, abiertamente y sin miedo a equivocarse, de social-liberalismo.