11 de septiembre. El mundo está en shock. La mayor potencia militar de la historia acaba de recibir el primer ataque enemigo sobre su territorio desde la Segunda Guerra Mundial. Decide que para vengar sus muertos hay que devolver el golpe, pero ¿a quién? El país elegido es Afganistán.
Este estado centro-asiático se convierte en el centro del eje del mal y los talibanes en los enemigos de la paz y seguridad del mundo. Estados Unidos, con el beneplácito del “mundo libre” interviene, pone orden. La OTAN manda sus tropas “humanitarias” y se celebran las primeras elecciones en la historia del país. Los afganos ya son felices: hay democracia, ya son ciudadanos libres liberados del yugo talibán, las mujeres ya no son consideradas como objetos... Al menos, esos nos gustó creer en occidente. Pero ¿es esa la realidad? Entonces ¿cuál es?
La liberación americana de Afganistán seguiría el mismo guión que la liberación de Francia ocupada. La libertad traería riqueza, prosperidad y estabilidad al pueblo afgano. Las mujeres se integrarían en una sociedad afgana laica y del siglo XXI. En un par años, las tropas extranjeras podrían marcharse y dejar el país democratizado e integrado en el concierto internacional.
Hoy, Afganistán es uno de los país más pobres del mundo, donde más de 55.000 soldados de la OTAN – 778 españoles- mantienen “el orden, la seguridad y ayudan a la reconstrucción” de la zona. Afganistán es un país al que cada vez se destina más dinero, soldados o material de guerra. Es un país donde casi diariamente se producen atentados que llevan la firma de los talibanes quienes dominan casi la mitad del país, donde casi 100 soldados de la OTAN han perdido la vida, y donde casi 3.000 civiles han perecido a causa del “conflicto” que no es más que una guerra encubierta.
Afganistán es un país democrático, gobernado por un presidente elegido mayoritariamente (55,4% de los votos) por un pueblo analfabeto casi en un 70%, y donde la presencia del gobierno se reduce a Kabul, las grandes ciudades y sus periferias.
Afganistán es un país donde las mujeres siguen siendo propiedad de los hombres, donde la sharia lejos de reducirse, comienza a extenderse ahora al vecino Pakistán.
Afganistán es un país donde la situación, lejos de mejorar, se agrava día a día.
Pero entonces ¿que hacer? ¿cual es la solución? El nuevo y esperanzador Presidente americano, Barak Obama, ya ha prometido 20.000 nuevos soldados en un “fuerte compromiso” de su administración para mantener la seguridad de sus soldados y de las rutas de aprovisionamiento de las tropas de la OTAN. Dinero y soldados. Nuevas caras pero idéntica solución.
Quizás, si la décima parte del dinero que americanos, europeos (incluido españoles) etc, han dedicado a esfuerzos militares en ese país se hubiera dedicado a la creación de escuelas, a la alfabetización de la población afgana, o a educar a esa población en valores de igualdad y tolerancia religiosa, se podrían evitar muchos problemas del presente y del futuro de Afganistán. Entonces ¿qué hacer con Afganistán?
NOTA: El pasado 13 de Abril, una pareja de jóvenes (de 23 y 19 años) fue ejecutada en Afganistán por intentar huir a Irán y así poder casarse, tras el rechazo de las familias a su unión debido a diferencias religiosas y étnicas.